Mi tribu
¿Qué es una tribu?
Tribu, del latín tribus, puede ser cada una de las agrupaciones en que algunos pueblos antiguos estaban divididos; por ejemplo, las doce del pueblo hebreo, las tres primitivas de los romanos o la de los indios Sioux. También podemos llamar así a un grupo social primitivo de un mismo origen, real o supuesto, cuyos miembros suelen tener en común usos y costumbres.
Vale, así es como define este término el Diccionario de la Real Academia de la Lengua pero Tribu también puede ser un grupo de personas que siempre necesita juntar dos mesas cuando se sienta a merendar en una terraza o una agrupación de gente que cuando viaja y decide ir a un hotel está obligada a reservar por lo menos dos habitaciones, con lo cual esa “tribu” siempre acaba merendando o veraneando en un apartamento turístico, en la casa de la prima menganita o entre las cuatro paredes del hogar, dulce hogar.
Las tribus que yo conozco ponen la lavadora tooodos los días, incluso dos veces diarias, cargan el carro de la compra como si no hubiera mañana pero comen platos de cuchara y mucho pollo (sobre todo a fin de mes), heredan la ropa, compran cienes de rodilleras en las mercerías e intentan convencer a los de la compañía del agua que si el consumo sube “no es por derrochar sino porque son muchos niños a lavar”. Esas son las tribus que yo conozco: ruidosas, caóticas, estresantes, absorbentes pero muy divertidas.
Las tribus que yo conozco ponen la lavadora tooodos los días, incluso dos veces diarias, cargan el carro de la compra como si no hubiera mañana pero comen platos de cuchara y mucho pollo (sobre todo a fin de mes), heredan la ropa, compran cienes de rodilleras en las mercerías e intentan convencer a los de la compañía del agua que si el consumo sube “no es por derrochar sino porque son muchos niños a lavar”. Esas son las tribus que yo conozco: ruidosas, caóticas, estresantes, absorbentes pero muy divertidas.
Mi Tribu
Los de la Tribu, así es como llaman a mis hijos las señoras mayores de mi calle, esas vecinas que se sientan a la fresca en las noches de verano en un barrio de casas sin ascensor y huertas situado en el corazón del casco histórico de Cáceres.
La tribu comenzó a invadirlas en 2005 cuando nació mi hijo Nacho. Dos años después llegó Guillermo y, casi sin darnos cuenta, otros dos años más tarde se nos echó encima Tomasito.
Invadieron el barrio, invadieron mi casa y acabaron invadiendo mi vida y la de su padre. Y, claro, cuando ahora escucho a los neo-gurús de la maternidad rescatar ese viejo proverbio que dice que “para criar a un niño hace falta una tribu entera” no sé si echarme a reír a o a llorar… Si para criar sólo a uno se necesita una tribu…¿¿¿Qué hago yo para criar a tres??? ¿¿¿Llamo a las doce tribus de Israel???
La tribu comenzó a invadirlas en 2005 cuando nació mi hijo Nacho. Dos años después llegó Guillermo y, casi sin darnos cuenta, otros dos años más tarde se nos echó encima Tomasito.
Invadieron el barrio, invadieron mi casa y acabaron invadiendo mi vida y la de su padre. Y, claro, cuando ahora escucho a los neo-gurús de la maternidad rescatar ese viejo proverbio que dice que “para criar a un niño hace falta una tribu entera” no sé si echarme a reír a o a llorar… Si para criar sólo a uno se necesita una tribu…¿¿¿Qué hago yo para criar a tres??? ¿¿¿Llamo a las doce tribus de Israel???
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